Cuando ocurre algo inesperado o traumático, es
natural sentirnos desorientados. Comprender qué es una crisis, cómo nos
afecta y qué podemos hacer desde el primer momento, es fundamental. En este
artículo, exploraremos los conceptos clave de las crisis, cómo se
diferencian distintos tipos de incidentes y, sobre todo, la vital importancia
de los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) como primera respuesta para
el apoyo emocional en momentos difíciles.
¿Qué es una Crisis?
Una crisis se define como un suceso
inesperado e infrecuente, impactante y/o destructivo que desencadena la pérdida
de vidas, propiedades u objetos personales. Incluso si no causa este tipo de
daño directo, una crisis genera un empeoramiento significativo de la calidad de
vida de los afectados. Provocan pérdidas a múltiples niveles: vidas humanas,
salud física, el control sobre la propia vida y el futuro, la esperanza, la
confianza, la iniciativa, la dignidad, así como pérdidas en infraestructuras
sociales, acceso a servicios esenciales y objetos personales de gran
significado. Superar una crisis requiere esfuerzos y recursos importantes por
parte de individuos, familias, comunidades e instituciones.
Se distinguen dos tipos principales de crisis:
- Crisis
cotidianas:
Ocurren con cierta frecuencia y tienen efectos negativos, pero
generalmente afectan a un número reducido de personas (como una familia y
sus allegados) y no ponen en riesgo infraestructuras o servicios públicos.
- Crisis
masivas: Son
infrecuentes pero afectan a un gran número de personas y familias, a
menudo impactando también las infraestructuras y los servicios de una
comunidad.
En un sentido más amplio, el término crisis
o incidente crítico puede referirse a cualquier suceso inesperado que
cause pérdidas y una sensación de pérdida de bienestar y control, incluso sin
pérdidas directas de vidas o materiales.
Víctimas y Afectados: Diferenciando Conceptos
Aunque en el lenguaje común a menudo se usan
indistintamente, es importante diferenciar entre víctimas y afectados
en el contexto de una crisis:
- Las víctimas
son aquellas personas que fallecen en la crisis o que sufren heridas
graves o muy graves.
- Los afectados
directos son las personas, comunidades e instituciones que sufren las
pérdidas y el daño de la crisis en primera instancia. Esto incluye
típicamente a los familiares cercanos, compañeros de trabajo o de estudio
con trato habitual.
- Los afectados
indirectos son personas que, aunque no sufren las pérdidas de primer
grado, comparten la consternación y las pérdidas asociadas. Pueden ser
personas cercanas a los afectados directos o incluso la comunidad en su
conjunto que se siente implicada.
Escalando el Impacto: Crisis, Urgencia, Emergencia, Catástrofe y Desastre
La gravedad y el alcance de un suceso determinan su
clasificación:
- Una crisis
es un suceso inesperado con pérdidas y sensación de pérdida de
bienestar/control.
- Una urgencia
es un incidente que requiere atención inmediata por los servicios
habituales, sin que se alteren las actividades del resto de la sociedad.
Por ejemplo, una fractura de pierna en la escuela o un infarto en un
aeropuerto que son atendidos por los servicios sanitarios sin interrumpir
el funcionamiento normal de los lugares.
- Una emergencia
es una crisis que altera el ritmo y quehacer habitual de la organización
y/o comunidad implicada. Requiere que un número elevado de personas
interrumpan sus tareas para la gestión del incidente. Un ejemplo
podría ser la misma fractura de pierna, pero si ocurre de forma grave
(fractura abierta con sangrado) en un lugar muy visible y con muchos
testigos, alterando las actividades normales como el recreo.
- Una catástrofe
es una emergencia donde los servicios e infraestructuras habitualmente
involucrados se ven comprometidos. Esto podría incluir un incendio
forestal que impide la llegada de bomberos y sanitarios, o un terremoto
que daña hospitales.
- Un desastre
es una emergencia causada específicamente por un percance natural
responsable de los daños, como incendios, terremotos o erupciones
volcánicas.
Aunque una crisis tiene distintas etapas, es
crucial entender el duelo, definido como una reacción adaptativa normal
a pérdidas significativas. Su propósito es asimilar la realidad de la pérdida y
permitir afrontar una nueva vida. Se prefiere el término "tareas del
duelo" para enfatizar que la persona en duelo es un agente activo que
debe emprender acciones, en lugar de un proceso pasivo.
Se presentan diversas perspectivas sobre el duelo:
- Elisabeth
Kübler-Ross
describió cinco fases: negación (rechazo inicial), ira (ante
la imposibilidad de negar), negociación (búsqueda de una nueva
oportunidad), depresión (aceptación de la irreversibilidad) y aceptación
(adaptación para continuar la vida).
- J.
William Worden
propuso tareas activas: aceptar la realidad, trabajar las emociones y el
dolor, adaptarse al entorno sin el fallecido, y recolocar emocionalmente
al fallecido para seguir viviendo.
- Robert
A. Neimeyer ve
el duelo como un ciclo de reconstrucción de significado, con fases de
evitación, asimilación (desesperación, distanciamiento social) y
acomodación (aceptación, recuperación). Destaca que la pérdida puede
cuestionar o reafirmar el mundo personal de significados.
Los Primeros Auxilios Psicológicos (PAP) son
un enfoque modular, basado en evidencias, diseñado para ayudar a niños,
adolescentes, adultos y familias afectadas por un incidente crítico. Son la
primera atención en las horas iniciales tras el impacto, idealmente dentro de
las primeras 72 horas.
Los tres objetivos principales de los PAP son:
- Reducir
el nivel de estrés inicial.
- Fomentar
la adaptación a corto, medio y largo plazo.
- Potenciar
las estrategias de afrontamiento.
Los PAP se basan en estrategias científicamente
probadas, incluyen la recogida de información para evaluar necesidades
inmediatas, deben adaptarse a diversos contextos culturales y edades, y a
menudo se apoyan en material psicoeducativo. Pueden ser aplicados por cualquier
persona entrenada que forme parte de los equipos de respuesta. En emergencias
masivas, los proveedores deben estar coordinados. En incidentes cotidianos,
suelen ser aplicados por personas del entorno habitual del afectado que han
sido formadas.
Se aplican en un lugar lo más confortable posible, fuera
de la zona de impacto. En grandes catástrofes, esto incluye albergues, centros
de servicios, centros de recepción de familiares, líneas telefónicas de
emergencia, puestos de primeros auxilios y hospitales. Un lugar óptimo es
seguro, protegido de la vista y sonidos del escenario, amplio con
subdivisiones, bien comunicado, con recursos básicos y privacidad.
Respecto al cuándo aplicarlos, la postura dominante
sugiere que son la técnica de elección en la fase de shock y adaptación, justo
después del impacto y durante las primeras 72 horas. Si no es posible en este
plazo, se pueden aplicar PAP adaptados dentro de las primeras 4 a 6 semanas,
enfocándose menos en el control de la activación y más en la resiliencia.
Después de 6 semanas, se recomiendan otras técnicas basadas en psicoeducación y
normalización. La evidencia científica concluyente sobre su eficacia a largo
plazo es limitada debido a diversas dificultades en la investigación.
Principios Éticos y Buenas Prácticas en la Aplicación de PAP
Al aplicar PAP, es crucial:
- Modelar
respuestas saludables (calma, amabilidad, respeto).
- Mantenerse
visible y cercano, pero no invasivo.
- Asegurar
la confidencialidad.
- No
exceder las propias competencias.
- Referir
a profesionales si es necesario.
- Respetar
la coordinación con otros intervinientes.
- Cuidar
del propio bienestar físico y emocional.
Los materiales detallan qué hacer y qué no hacer
en diferentes fases de la interacción:
- Contacto
y presentación: No
ser intrusivo, no hacer comentarios insustanciales, no avasallar. Sí
presentarse, situarse sin invadir, evitar contacto físico, usar tono
tranquilo, preguntar por necesidades y actuar en consecuencia.
- Recogida
de información: No
trivializar, no dar consejos, no gritar, no menospreciar la opinión. Sí
hablar pausado, explorar necesidades, clarificar, ordenar prioridades,
atender según recursos, intentar que la víctima proponga soluciones.
- Asistencia
práctica: No
menospreciar necesidades o creencias, no dejar con sensación de desamparo.
Sí dar información práctica, respetar creencias, dar pautas de
autocuidado, anticipar información útil.
- Pautas
de afrontamiento: No decir "no pasa nada", no imponer
fortaleza, no trivializar, no amenazar con enfermedades. Sí normalizar,
dar pautas de autocuidado, despatologizar, explicar reacciones normales
esperables.
- Conexión
con servicios externos / Cierre: No apresurar, no irse sin despedirse, no dar
sensación de que es una carga, no trivializar reacciones, no dejar
desconectado de la red de salud, no dejar solo/desatendido sin relevo o red
de apoyo. Sí esperar al relevo o red de apoyo, conectar con red de salud
pública, dar pautas sobre cuándo pedir ayuda, dejar número de contacto.
Objetivos Específicos Promovidos por los PAP
La aplicación de PAP busca promover en el
afectado:
- Seguridad
física y emocional: Ofrecer un lugar seguro y privado,
estabilizar a personas abrumadas, dar información veraz, atender
necesidades básicas, no hacer falsas promesas ni minimizar lo ocurrido.
- Calma: Procurar confort,
comunicarse pausadamente, escuchar sin forzar, ser amable con personas
difíciles, dar información repetida y clara sobre dónde obtener ayuda.
- Conexión
con la red social de apoyo: Ayudar a contactar con familiares/amigos,
reunir familias (especialmente niños con cuidadores), ayudar a conectar con
fuentes de ayuda comunitarias, respetar normas culturales, ofrecer ayuda
religiosa si se solicita.
- Autoeficacia
y eficacia grupal/comunitaria: Animar a las personas a expresar sus
necesidades, ayudarles a priorizar problemas (sin resolverlos por ellas), normalizar
sentimientos, promover la recuperación del control, apoyar iniciativas
grupales.
- Afrontamiento: Conectar a las personas con
sus recursos personales, facilitar el inicio del duelo, ayudar a superar
estilos evitativos o de negación.
- Ayuda: Informar sobre todos los
recursos disponibles (gubernamentales y no gubernamentales), derivar a
servicios, ofrecer pautas psicoeducativas, no hacer falsas promesas.
Trastorno por Estrés Agudo (TEA) y Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT)
Es importante distinguir entre estas respuestas al
estrés excepcional:
- El Trastorno
por Estrés Agudo (TEA) es un trastorno transitorio de gravedad
importante que ocurre en las 6 primeras semanas tras un suceso estresante
excepcional. Remite en horas o días, aunque puede durar hasta cuatro
semanas según algunos manuales diagnósticos. Se considera precursor del Trastorno
por Estrés Postraumático (TEPT) y se caracteriza por síntomas de
hiperalerta, reexperimentación (pensamientos intrusivos, flashbacks),
evitación y síntomas disociativos, causando un deterioro de la capacidad
funcional. Su prevalencia varía y tiende a disminuir con el tiempo, siendo
más común en mujeres víctimas de abuso o asalto y en hombres en combate o
cuya integridad física fue amenazada.
- El Trastorno
por Estrés Postraumático (TEPT) es un trastorno cronificado y muy
grave que ocurre como respuesta a un hecho traumático. No remite sin ayuda
profesional y se considera la cronificación de un TEA mal gestionado. La
duración de los síntomas es superior a un mes. Los criterios diagnósticos
incluyen la exposición al trauma, reexperimentación persistente, evitación
recurrente, síntomas de activación aumentada, duración prolongada y
afectación de la vida cotidiana. Los síntomas son similares a los del TEA
(hiperalerta, reexperimentación, evitación), pero persistentes y crónicos.
La epidemiología varía según el contexto; aunque la mayoría de los adultos
se recuperan sin secuelas, un porcentaje significativo puede desarrollar
TEPT agudo o crónico, con una prevalencia generalmente mayor en mujeres.
La aplicación de PAP sigue típicamente ocho
fases:
- Contacto
y presentación:
Establecer un acercamiento respetuoso y no intrusivo.
- Alivio
y protección:
Atender necesidades básicas y ayudar a reunir familias.
- Contención: Estabilizar y orientar a
personas abrumadas.
- Recogida
de información:
Identificar necesidades y preocupaciones inmediatas.
- Asistencia
práctica:
Explorar, priorizar y planificar acciones para atender necesidades.
- Conexión
con la red social de apoyo: Facilitar el contacto con familiares y
amigos.
- Pautas
de afrontamiento: Informar sobre reacciones normales al estrés
y enseñar técnicas básicas.
- Conexión
con servicios externos: Derivar a servicios de ayuda especializados y
dejar información de contacto.
Antes de aplicar PAP, es vital informarse
sobre el incidente y el entorno, coordinarse con otros intervinientes, detectar
quién necesita asistencia, trabajar con familias y grupos si es posible,
mantener la calma y demostrar claridad, y adaptar el enfoque a diversas
culturas y poblaciones de riesgo.
Comprender estos conceptos y aplicar las pautas de
los Primeros Auxilios Psicológicos es crucial para brindar una respuesta
temprana y efectiva. No solo te permitirán reducir el estrés inicial en quienes
atraviesan un incidente crítico, sino que también potenciarán su capacidad de
afrontamiento y adaptación. ¡Tu conocimiento y acción pueden marcar una
diferencia real en la vida de las personas en momentos de vulnerabilidad! Si te
interesa profundizar en estas habilidades o deseas complementar tu formación,
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Psicológicos.
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